Las ideas o creencias irracionales están presentes en todos y cada uno de nosotros, y son las responsables de ver el mundo algo deformado y hacer afirmaciones sobre personas y acontecimientos sin pruebas reales, afirmaciones que se pueden dar sobre el presente, pasado y futuro. Las creencias irracionales, como su nombre lo dice, carecen de un sentido lógico, se basan en inferencias personales y nos llevan a una interpretación distorsionada de la realidad.

Estas creencias nos llevan a turbarnos emocionalmente, ya que son exigentes, desproporcionadas y poco lógicas, siendo éstas las principales responsables de nuestro sufrimiento psicológico.

Veamos a continuación las 4 ideas irracionales básicas que presentamos las personas.

    1. La necesidad o exigencia perturbadora. Es aquí donde pensamos que alguien o algo debería ser diferente de lo que es en realidad, y nos enfocamos de forma exigente en nuestra demanda, la cual puede darse hacia nosotros mismos como por ejemplo: “Debo ser la mejor estudiante de mi curso” “Mi cuerpo debe estar perfecto para el verano” o hacia otros como por ejemplo: “Tú debes amarme para siempre” “Si eres mi amigo, debes estar para mí siempre”.
    2. Visión catastrófica y horrenda cuando las cosas no se dan como deseo. Catalogamos de horrendo el hecho que nuestras demandas y exigencias no sean satisfechas, por ejemplo: “Es terrible que tú no me ames”, “Es horrendo no poder comprarme todo lo que deseo”, “La vida es terrible porque no consigo el trabajo que merezco”.
    3. No poder soportarlo. Pensamos que no podemos tolerar ni soportar, que esa persona sea de esa forma o que las cosas se hayan dado de tal manera. Consideramos que vamos a experimentar sufrimiento tal, que no seremos capaces de tolerarlo, como por ejemplo: “No puedo dejarlo, no podré tolerar vivir sin él” “Pese a odiar este trabajo, no podré soportar quedarme en el aire un tiempo”.
    4. Condenar a los demás y a ti mismo. Pensar que tú o los demás han cometido terribles errores o que los siguen cometiendo, y por ello ni tu ni ellas valen para algo bueno en esta vida, merecen reprobación y pueden ser catalogados como despreciables. Condenamos a otros cuando decimos: “Ella es una víbora, que solo quiere quedarse con mis logros”, “Él es una persona despreciable, que solo viene a mi cuando quiere que lo ayude” o “Yo no merezco el amor, nadie podría amarme a esta edad”.

Isabel Solís
Psicoterapeuta

 

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