Las ideas o creencias irracionales están presentes en todos y cada uno de nosotros, y son las responsables de ver el mundo algo deformado y hacer afirmaciones sobre personas y acontecimientos sin pruebas reales, afirmaciones que se pueden dar sobre el presente, pasado y futuro. Las creencias irracionales, como su nombre lo dice, carecen de un sentido lógico, se basan en inferencias personales y nos llevan a una interpretación distorsionada de la realidad.
Estas creencias nos llevan a turbarnos emocionalmente, ya que son exigentes, desproporcionadas y poco lógicas, siendo éstas las principales responsables de nuestro sufrimiento psicológico.
Veamos a continuación las 4 ideas irracionales básicas que presentamos las personas.
- La necesidad o exigencia perturbadora. Es aquí donde pensamos que alguien o algo debería ser diferente de lo que es en realidad, y nos enfocamos de forma exigente en nuestra demanda, la cual puede darse hacia nosotros mismos como por ejemplo: “Debo ser la mejor estudiante de mi curso” “Mi cuerpo debe estar perfecto para el verano” o hacia otros como por ejemplo: “Tú debes amarme para siempre” “Si eres mi amigo, debes estar para mí siempre”.
- Visión catastrófica y horrenda cuando las cosas no se dan como deseo. Catalogamos de horrendo el hecho que nuestras demandas y exigencias no sean satisfechas, por ejemplo: “Es terrible que tú no me ames”, “Es horrendo no poder comprarme todo lo que deseo”, “La vida es terrible porque no consigo el trabajo que merezco”.
- No poder soportarlo. Pensamos que no podemos tolerar ni soportar, que esa persona sea de esa forma o que las cosas se hayan dado de tal manera. Consideramos que vamos a experimentar sufrimiento tal, que no seremos capaces de tolerarlo, como por ejemplo: “No puedo dejarlo, no podré tolerar vivir sin él” “Pese a odiar este trabajo, no podré soportar quedarme en el aire un tiempo”.
- Condenar a los demás y a ti mismo. Pensar que tú o los demás han cometido terribles errores o que los siguen cometiendo, y por ello ni tu ni ellas valen para algo bueno en esta vida, merecen reprobación y pueden ser catalogados como despreciables. Condenamos a otros cuando decimos: “Ella es una víbora, que solo quiere quedarse con mis logros”, “Él es una persona despreciable, que solo viene a mi cuando quiere que lo ayude” o “Yo no merezco el amor, nadie podría amarme a esta edad”.
Isabel Solís
Psicoterapeuta