Discutir con nuestros hijos es algo que tarde o temprano se da, usualmente los intercambios de palabras comienzan a inicios de la pubertad, y es importante que como padres estemos preparados para no generar de ello, peleas dolorosas donde nuestros hijos y también nosotros salgamos heridos.
Recordemos que no importa la edad que ellos tengan, nosotros somos las personas más importantes en sus vida y todo lo que les digamos influye y repercute en sus mentes y amor propio. Por ello evitemos lo siguiente:

    1. Ponerle calificativos o insultar. Recordemos enfocarnos en la conducta negativa que hizo nuestro hijo, más no lo etiquetemos con adjetivos que lo menosprecien y generen en él un concepto negativo de sí mismo. Debemos evitar entonces decirle: “Eres un… idiota, burro, malcriado, etc.” Por el contrario enfoquémonos en identificar juntos la consecuencias de sus actos y el por qué no deben volver a repetirse.
    2. Frases de arrepentimiento de haberlo tenido. Quizás una de las cosas más destructivas que puedas decirle a tu hijo, es el cuestionar el deseo de que él exista. Es por ello que decir de forma constante frases como: «Hubiera deseado no tenerte» «Me arrepiento de ser madre/padre», puede incluso afectar sus deseos de vivir.
    3. Adjudicarle culpa de los problemas de casa o de tus problemas. Un error muy típico en los padres es creer que al echarle la culpa al hijo le están dando una lección y aprendizaje de lo correcto e incorrecto o que es algo que no le afecta, cuando en realidad lo único que están haciendo es crear en él inseguridad, ansiedad y temor. Para algunos padres echar la culpa a sus hijos es algo diario e incluso hay quienes que les echan la culpa de haber truncado sus planes de vida, con frases como: “Por tu culpa no pude estudiar” “Si no hubiera sido por ti, otra seria mi historia”.
    4. Compararlo. Cuando un padre compara a su hijo, le está diciendo que él no es lo suficientemente bueno, y con ello lo invalida. Comparar es una costumbre dañina, que genera inseguridad y limita la autoaceptación de nuestros hijos. Por el contrario debemos enfocarnos en los logros personales que él tiene, y alentarlo a superarse a sí mismo.
    5. Decirle que no lo quieres. El amor de los padres es único e irreemplazable, y en base a este amor, aprendemos a amar y generar vínculos afectivos con otros. Es por ello que decirle a nuestro hijo que no lo amamos en un arranque de furia, es una herida muy profunda que puede trastocar la idea que él tiene del amor y de ser amado.
    6. Amenazar con dejarlo. Algunos padres en momentos de desesperación amenazan a su hijo con irse de casa, y con ello piensan que lo asustarán y lograrán que él cambie su conducta, sin embargo lo que estamos logrando únicamente es afectar estabilidad emocional y generarle culpabilidad. Podemos por el contrario emplear una comunicación asertiva y hablarle sobre nuestros sentimientos, expresándole como nos estamos sintiendo y como sus conductas nos hacen sentir.
    7. Menospreciar su opinión. Es común escuchar decir a algunos padres frases como: “Cállate, no me importa lo que dices” “¿Tú que vas a saber?” Este tipo de comentarios afecta la confianza que el niño tiene sobre sus ideas y opiniones, y puede causarle retraimiento y timidez. Debemos por el contrario, escucharlo con atención y valorar sus pensamientos e ideas, puede que no estemos de acuerdo con ellas, y debemos hacérselo saber, sin embargo no hay que invalidarlo ni menospreciarlo.

Isabel Solís
Psicoterapeuta

 

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